Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

lunes, 25 de junio de 2012

El golpe de Estado en Paraguay

Por: Niko Schvarz

Lo ocurrido el viernes 22 de junio en Paraguay fue un golpe de Estado. Disfrazado como un pronunciamiento del Parlamento, pero fue un golpe de fuerza que alejó a Fernando Lugo de la presidencia a la que había llegado por decisión soberana del pueblo. El juicio realizado por el Senado fue una parodia. A Lugo no se le permitió defenderse. Se procedió con sospechosa celeridad, consumándose en 24 horas. Esto no ocurrió nunca en ninguna parte, ni siquiera en Paraguay donde un juicio político a Raúl Cubas (en 1999, por indultar al general Lino Oviedo) se dilató casi una semana.


La modalidad utilizada en el caso actual no fue la misma que llevó a entronizar por décadas a dictadores de la calaña de Alfredo Stroessner, pero el resultado fue similar. En un mensaje de gran dignidad, Lugo dijo que se trasgredieron todos los principios de la defensa “de manera cobarde y alevosa” y que él “no responde a la mafia y al narcotráfico”, los que con los sectores de la rancia oligarquía y los terratenientes estuvieron detrás del golpe. Son los mismos que durante más de 60 años mantuvieron al Partido Colorado en el dominio incompartido del poder, lo que fue quebrado por el arribo a la presidencia  del ex obispo, llevado por una oleada de fuerzas populares y campesinas. Mientras se consumaba el atentado, representantes de estas fuerzas estuvieron frente al Congreso respaldando a su presidente y fueron duramente reprimidas por la policía, reviviendo escenas que se creía definitivamente desterradas en Paraguay.

El golpe es la venganza de la oligarquía contra un gobierno que, a diferencia de los anteriores, actuó a favor de los sectores populares y campesinos,  anotando en su haber realizaciones tan importantes como la reforma del sistema de la salud pública. No quisieron esperar las próximas elecciones, dentro de 9 meses, y la transmisión del mando el 15 de agosto 2013.

El acceso de Fernando Lugo a la presidencia en 2009 puso a Paraguay a tono con la nueva América Latina que ha surgido desde el inicio del nuevo siglo y milenio, expresada en gobiernos de las fuerzas democráticas, populares y de izquierda.  El golpe de Estado en dicho país no es el primer intento de revertir la situación por parte de las anteriores clases dominantes. Así ocurrió en Honduras, con el secuestro del presidente Manuel Zelaya y el asalto al poder por los golpistas. Antes, se intentó una maniobra análoga con el golpe contra Chávez en 2002, que fue desbaratado por una multitudinaria movilización popular. Lo mismo se intentó el año pasado contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa, secuestrado 24 horas y con riesgo de su vida por el golpe policial. También menudearon los intentos golpistas y secesionistas contra el presidente boliviano Evo Morales, por parte de los sectores oligárquicos de la media luna.

El golpe paraguayo se inscribe en esta línea. Con razón en su última alocución el ex mandatario enfatizó que “hoy no es Fernando Lugo el que recibe un golpe, sino que es la historia paraguaya, su democracia, la que ha sido herida profundamente”. Por tal causa recibió una solidaridad amplísima en su país y a nivel mundial, por parte de los integrantes del Mercosur, de la Unasur y de múltiples organismos. Y ello resuena como un llamado a las fuerzas populares del continente a defender la democracia en todas las circunstancias.

Publicado en  La República, 24 de junio 2012, pág. 28

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