Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

jueves, 22 de noviembre de 2012

Las fuerzas políticas alternativas a la hora de La Habana

El éxito o el fracaso de la búsqueda de la salida política al Conflicto Interno dependen, en proporción importante, del apoyo de los movimientos sociales y del respaldo que reciba de las corrientes políticas alternativas. Por ello a la hora de La Habana es preciso mirar a la izquierda para saber en dónde está y cuáles son sus diseños en materia de paz. Qué visión puede ofrecer el análisis del PDA, los Progresistas y la Marcha Patriótica.


Tropezando con ruinas de lo egregio


A medida que se sigue la breve trayectoria trazada por el Polo se tiene la impresión que transmite la frase de Hegel de avanzar “tropezando con ruinas de lo egregio” Así se advierte al comienzo de la historia del Polo el éxito de la unidad tanto de partidos como de personalidades, se sigue con una competente labor parlamentaria de iniciativa legislativa y de denuncia. Al tiempo el observador reconstruye el despliegue de un elenco de figuras políticas en el plano nacional y en los ámbitos regionales. Esos hechos parecían mostrar que una izquierda moderna y laica había renovado el panorama político colombiano. El momento culminante del ascenso lo constituyó la sorprendente votación que obtuvo el Polo en las elecciones presidenciales de 2006 con la fórmula Carlos Gaviria – Patricia Lara: 2.609.412 votos correspondientes al 22% de la votación total. Este hito empujó a un tercer lugar al curtido jefe liberal Horacio Serpa.


El abrazo del oso

La dinámica anterior dio lugar, sin solución de continuidad a una reversa vergonzosa cuando el PDA se internó alegremente en los tremedales de la alianza con la Casa Moreno Rojas. Debe señalarse que hubo miembros del Polo que llamaron la atención de los riesgos que la organización corría. Sería unilateral cargar todas las culpas de lo ocurrido a la corrupción o a la falta de experiencia administrativa. También jugarían su papel sectarismos inveterados de la vieja izquierda. Después de respirar atmósferas ventiladas por la presencia de gente nueva levantó la cabeza el temor al descuido de la doctrina o a la pérdida del “espíritu de partido”. Llama la atención que luego de la salida de Petro y sus seguidores el Polo se encontrara reproduciendo la composición de la UNO del decenio de 1970. Es decir Partido Comunista – Moir y las “personalidades democráticas” afines a uno o a otro. Luego el Moir secundado por sus “personalidades democráticas” expulsa de las filas del Polo al PC y entonces la vuelta a los sectarismos primigenios habrá sido completa.


En esa estación de regreso ha tenido lugar a comienzos de noviembre de 2012 el III Congreso del Polo del cual como rezaba una vieja Jerga: “salimos fortalecidos”. Esas fortalezas las representa la Hegemonía del MOIR, los empobrecidos tejidos clientelares que ha logrado mantener Carlos Romero, el tinglado de algunos maestros de Jaime Dusan que opera en una curiosa combinación de emprendimiento empresarial con aparato político y el concurso de algunas figuras respetables: Clara López, Navas Talero, Carlos Gaviria, Alexander López.


A la expectativa están dirigentes que no se resignan a concluir que La trayectoria del Polo quede en los mínimos en los que lo dejó el III Congreso pero que no tienen mayor espacio interno de maniobra: el representante Iván Cepeda, la senadora Gloria Inés Ramírez, el representante Hernando Hernández y algunos otros.


Con respecto a las conversaciones de La Habana el Polo no ha sentado una posición clara. Quizá en este aspecto pese fuertemente la línea del senador Jorge Enrique Robledo quien tiene una actitud de tolerancia hacia la búsqueda de la paz pero que no parece dispuesto a jugársela por el tema. Desde luego en el Polo, como entre los Verdes, hay figuras que le apuestan a la salida política del Conflicto y que como Iván Cepeda desarrollan, antes que desde el Partido, desde los movimientos sociales y en conexión con el Congreso una acción sostenida en esa dirección.


El PDA lanzó la candidatura presidencial de Clara López. En principio esta decisión se parece en este momento a un manotazo en el vacío, pero puede ser un instrumento de trabajo en la política que al tiempo parece privilegiar la candidata: búsqueda de la concertación con otras fuerzas para el desarrollo de una política incluyente de Coalición o de Frente Democrático. Si tal orientación se abriera paso, el Polo habría encontrado la manera de recoger aquellas orientaciones políticas que fijó como su programa en la iniciación de su historia.


El progresismo


En el discurso de Gustavo Petro ocupó durante la campaña electoral para la alcaldía y sobre todo después del triunfo un lugar importante el proyecto de organización de una fuerza política a escala nacional. Obsedido por las preocupaciones de su cargo, en una administración que no contó con el beneficio de la duda ni siquiera durante el plazo canónico de los 100 días que se le otorgan a cualquier gobernante, no ha podido dedicarle al asunto la atención y el tiempo que demanda. Antonio Navarro ha fungido como organizador con su estilo y por supuesto con sus intereses que lo llevan a olfatear en otros espacios como en el interesante movimiento “Pido la Palabra” lo que los vientos electorales puedan portar. Frecuentemente los seguidores de Navarro aluden con admiración a su pragmatismo, pero si bien un partido demanda la organización de campañas electorales, su organización tiene también exigencias programáticas e ideológicas. Las primeras sin las segundas dan lugar no a partidos sino a empresas electorales


El conjunto más conocido de Progresistas lo forman los ocho concejales de Bogotá que han tenido dificultad para operar como bancada por la escasa disposición del alcalde para consultar no ya a los concejales que lo apoyan sino incluso a sus colaboradores más inmediatos. Ciertamente un buen signo de los progresista es que se permiten manifestar sus reservas y sus críticas como en efecto lo han hecho Carlos Vicente de Roux y Angélica Lozano. ( El Espectador, 02-09-2012) El recuerdo del nefasto unanimismo en torno a Samuel Moreno juega su papel.


Si bien aún se espera un planteamiento de fondo sobre las conversaciones de la Habana de parte de los Progresistas sí es conocida el programa propuesto por el alcalde de Bogotá de concertación de acciones a favor de la salida política al Conflicto Interno que y que se cubre bajo la denominación de mandatarios por la Paz y que ya ha logrado la realización de cuatro encuentros de esos mandatarios locales


Y la Marcha va!


Tuve oportunidad de observar momentos y aspectos de la muchedumbre social y política que se desplegó en Bogotá el 23 de abril del presente año. A la semana siguiente tomé parte en la manifestación del Primero de Mayo en la capital del país. Los contrastes entre los dos hechos de masas fueron muy notables. Es cierto, en ambos el concurso de gentes fue numeroso. Pero el volumen de los manifestantes de Abril fue visiblemente superior. El número que se consagró fue de 30.000 personas pero quien haya visto la manifestación sabe que la cantidad fue mayor.


La muchedumbre de Abril la caracterizó por un alto nivel de organización y disciplina. El espectador podía escuchar claramente las consignas e identificar los estribillos coreados por miles y miles de voces. Era un paisaje del mundo del trabajo rural que ocupaba espacios emblemáticos de la gran urbe. La Manifestación de Mayo constituyó, en cambio un ritual rutinizado de trabajadores, empleados urbanos y estudiantes a cuyo rostro colectivo se asomaban las huellas de acumuladas derrotas.


El primer evento lanzó de cara al país el movimiento de la Marcha Patriótica cuyo bautismo daba cuenta de realidades sociales de las cuales son escenarios los campos de Colombia en los que se han preservado antiguas organizaciones y en los que han nacido en tiempos recientes nuevas formas de participación social y política. Juntas de acción comunal, comités campesinos, cooperativas de productores, asociaciones de pequeños mineros, cabildos indígenas, redes de poblaciones afrodescendientes , ONG de mujeres, organizaciones de desplazados y de víctimas. Una muestra de la persistencia demográfica, y de la vitalidad económica social y cultural de indígenas, campesinos y colonos. El 23 de abril también puede verse como una escenificación de aquello que las cifras y los análisis Del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011 había puesto en evidencia.


Lógicas nacionales


Sobre lo abigarrado del panorama de las luchas y de los agrupamientos se destacan articulaciones nacionales tales como: La Minga Indígena, Las organizaciones de Reservas Campesinas, El Congreso de los Pueblos, Las Asociaciones de Afrodescendientes. Al mencionar las organizaciones asociadas a la situación histórica en el marco de la cual se proclamó la Marcha Patriótico no ha sido la intención la de presentar a este movimiento como el lugar de encuentro de todas esas corrientes. A ella pertenecen algunas de ellas, otras obedecen a muy diversas inspiraciones ideológicas y solidaridades políticas.


Si bien el talante de la Marcha lo dan los trabajadores rurales no es menos cierto que en ella se han involucrado sectores urbanos que gozan de influencia como es el caso de la Federación de Estudiantes Universitarios FEU así como agrupaciones como el Partido Comunista o corrientes del liberalismo. En este orden de ideas es pertinente señalar que hoy las organizaciones agrarias valoran altamente la cooperación y asesoría de especialistas y técnicos de origen urbano.


La Marcha de la paz


Esta columna llega a los lectores el día en que se inicia en La Habana una etapa nueva de las conversaciones entre el gobierno colombiano y las FARC y es preciso preguntarse por el papel que puede jugar la Marcha Patriótica durante las conversaciones y después de ellas. Es el movimiento que de manera más clara ha expresado la voluntad de convertirse en factor político en el proceso. A la Marcha se la ha estigmatizado. En formato de informe de servicios secretos se alude a la presencia de las FARC en las filas del movimiento. Con frecuencia desde la Marcha se responde que ella no tiene nada que ver con la Insurgencia. Es una controversia carente de sentido, aunque de sobra se entiendan las razones que explican el uso de tales recursos polémicos.


Las FARC no vinieron de Marte

Las FARC no han desenvuelto su acción en el vació geográfico y social, en un no lugar. Han actuado en diversas regiones del país. Allí han establecido relaciones con las comunidades que no siempre han estado exentas de coacción. En algunas de esos espacios de la sociedad rural la Insurgencia ha instituido un orden. Si tales lazos con el mundo de los colonos, por ejemplo, no existieran, el exterminio de la guerrilla se habría consumado hace tiempo.


Si los altos mandos de las Fuerzas Militares que operan directamente en los teatros de acción bélica pudieran referirse a eso públicamente estarían en condiciones llevar a la opinión pública una visión más realista de las características complejas en las que se desarrolla el conflicto interno. Otra institución que tiene cubrimiento nacional, que es la Iglesia podría pronunciarse en una dirección similar. En reciente reportaje el futuro cardenal, el arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar ha dicho refiriéndose a las FARC: “Siguen teniendo presencia. (…) los obispos de zonas periféricas como la Orinoquía, Nariño, Putumayo, constatan la presencia fuerte de la guerrilla” En el campo, también en la ciudad existen medios sociales que se identifican con la plataforma política del las Farc, con sus propuestas agrarias y que Ven con buenos ojos a la Marcha Patriótica. Esto constituye en principio un capital para el logro de una salida política al Conflicto Interno.


Hay en este campo un problema de importancia crucial. Es posible que algunos cuadros y tropas de las FARC y sectores radicalizados de quienes las apoyan se fabriquen el video de interpretar el auge actual de los movimientos sociales en el campo como la plataforma de relanzamiento de la lucha armada. Si tal visión tuviera alguna acogida serían nefastos sus resultados. Otra cosa es pensar que la afinidad de sectores sociales con los planteamientos de la Insurgencia se articulan sobre la coincidencia con una guerrilla que está comprometida en la búsqueda de la paz y por tanto vitalmente interesada en hacer la irreversible transición de la lucha armada a la acción política sin armas.


Más movimiento social que partido


Hasta ahora una de las novedades de la Marcha patriótica es su configuración como un espacio de confluencia de movimientos sociales con fuertes arraigos regionales que dan pie para una estructura muy flexible ajena a aparatosas estructuras centralistas. En ella cabrían muchas vocerías autorizadas, compatibles con elásticos mecanismos de coordinación nacional. Esa flexibilidad podría absorber la arrogancia de ciertos dirigentes nuevos y el énfasis normativo de los cuadros de estratos antiguos de la política de izquierda.


* Profesor emérito de la Universidad Nacional.


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